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Me la mamá un acosador

Era evidente cómo se deleitaba con las redondeces de sus nalgas, acariciando con la mirada la raja que se intuía entre ambas, mientras calculaba las opciones de aproximare a ella y apretar su entrepierna contra ese glorioso culo —como le había visto realizar en otras ocasiones—; e imaginaba su polla empotrada en su interior. Pero la apertura de las puertas al llegar a la siguiente estación le frustró la ocasión, cuando la posible víctima descendió del vagón mientras continuaba escuchando música por sus auriculares, ajena a la amenaza.

Me situé en medio del vagón, aprovechando que la densidad del pasaje había bajado. De inmediato entré en su radar. Su escáner visual, habituado al rastreo de sus objetivos, se clavó en mi cuerpo como una garra. Yo, he de admitirlo, me había vestido para la ocasión, buscando resultarle un cebo perfecto. Portaba minifalda plisada de cuadros escoceses, blancos y azules, tan corta que apenas me cubría hasta el borde de las nalgas y que dejaba al descubierto mis largas piernas, en las que lucía sendas medias blancas que ascendían hasta por encima de mis rodillas. En los pies, unas deportivas blancas de anchas suelas y, completando el conjunto de colegiala sexi, un corto top de motivos marineros, azul con ribetes blancos, que descubría mi abdomen y dejaba a la vista mi ombligo, adornado con un piercing. Al tiempo que permitía a mis tetitas moverse libres y provocativas en su interior.

Todo ello, junto a las coletas en las que había recogido mi larga melena de cabello lacio y negro a ambos lados de la cabeza con dos lacitos rosa, y un maquillaje premeditado, confería a mi juvenil figura un aspecto aniñado, de adolescente cándida y perversa. La guinda la ponía mi hermoso rostro de rasgos orientales —tez blanca y lisa como porcelana, pómulos marcados y ojos rasgados de negro intenso—, heredados de mi madre coreana. Componía una Lolita extraída de un «manga» erótico: un caramelo al que él no se podía resistir.

Incrementé el incentivo extrayendo de mi bolso-mochila con adornos de «Hello Kitty» un chupachúps de sabor a cereza.

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